domingo, 1 de diciembre de 2013

El flamenco salió de las barberías

Hotel Casas de Santa Cruz con patio andaluz, les informa de la historia del flamenco.

El flamenco salió de las barberías. Así lo afirman los antropólogos sevillanos Alberto del Campo y Rafael Cáceres en «Historia Cultural del Flamenco» (Almuzara), un libro donde recorren los orígenes de esta música popular desde 1546 hasta 1910.

A lo largo de esta extensa obra los dos autores destierran mistificaciones y tópicos arraigados en el mundo del flamenco, tanto sobre sus orígenes, su desarrollo y su plasmación final en el arte moderno que hoy conocemos. «Durante años, adentrarse en el mundo del flamenco y discurrir sobre sus orígenes y desarrollo ha constituido un práctica en exceso especulativa. El flamenco parecía un terreno pantanoso, y sus orígenes un tótum revolútum donde se mezclan sin aparente orden ni concierto viajeros románticos, cantantes míticos, sainetes y gitanos», comentan los autores.

Historia cultural del flamenco parte de una tesis exhaustivamente probada en el libro: las barberías, que desde antaño eran mucho más que lo que entendemos por un lugar donde cortarse el pelo (el barbero también era médico y cirujano casero y para gentes sin medios), se convirtieron en núcleos de convivencia de las clases bajas y excluidas de la sociedad española desde el siglo XVI -incluyendo los moriscos, judíos y gitanos.

Por otra parte, las barberías eran centros de música popular asociados al tañido de la guitarra -instrumentos pobre donde los haya-, que desarrollaron los barberos entre otras cosas para pregonar su trabajo. De ahí nace una raíz cultural en la que tendrán cabida y, por mestizaje, se irán desarrollando sucesivamente lo jaque, lo racial, lo suburbano, lo majo y finalmente, lo flamenco.

«No es casualidad que muchos de los guitarritas flamencos hayan ejercido de barberos o hayan aprendido de éstos, como tampoco que las barberías hayan sido en muchos pueblos de Andalucía un lugar de reunión, tertulia y cante flamenco, casi hasta nuestros días. A la íntima relación entre este oficio y la guitarra apunta, por ejemplo, el conocido toque del barbero, un rasgueado del instrumento caracterizado por la rusticidad y la vileza, propio en el flamenco de los tocaores cortos», afirman Alberto del Campo y Rafael Cáceres.

El análisis de las vinculaciones históricas de este arte con ciertos oficios, formas de vida, tipos sociales y subculturas populares, demuestra una clara continuidad entre el mundo de los jaques y rufianes del hampa andaluz del siglo XVII -con mezcolanza de moriscos, negros y gitanos-, el majismo dieciochesco y la estética flamenca que cuajará en el XIX.

En ese camino no solo se desvela el papel que han jugado las barberías en este mestizaje musical, sino que se arroja luz sobre los específicos géneros de baile y música anteriores al flamenco, la interrelación de elementos populares y cultos (como la ópera), o la pérdida de centralidad del baile en detrimento del cante.

Alberto del Campo Tejedor (Sevilla, 1971) es profesor de antropología social en la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla). Autor de títulos como «El Mayo festero. Ritual y religión en el triunfo de la primavera», junto con A. Corpas; «Trovadores de Repente. Una etnografía de la tradición burlesca en los improvisadores de la Alpujarra»; o «Tratado del burro y otras bestias. Una historia del simbolismo animal en Occidente».

Su obra ha sido reconocida con diversos galardones, entre ellos el Premio Manuel Alvar de Estudios Humanísticos (2005) y el Premio de Investigación Ciudad de Sevilla (2009).

Rafael Cáceres Feria, Doctor en Antropología Social por la Universidad de Sevilla, es profesor del Departamento de Antropología Social, Psicología Básica y Salud Pública de la Universidad Pablo Olavide (Sevilla). Es autor de «Fiesta y fronteras. Transformaciones de las expresiones simbólicas en la franja fronteriza de Huelva», y «Mujeres, fábricas y charangas: el trabajo femenino en el sector conservero de Ayamonte».

Fuente: Abcdesevilla.es

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