Comer y beber es uno de los principales placeres que disfruta todo visitante de la Feria. Todas las casetas y multitud de puestos ambulantes, ofertan una amplia gama de manjares que permiten al público satisfacer su apetito o su sed en cualquier momento del día.
Sin duda, el primer gran encuentro gastronómico de la Feria es la llamada "noche del pescaíto". Esta cena, incorporación reciente a los usos tradicionales de la ciudad, queda restringida sólo a los socios de las casetas y se celebra el lunes para recibir la fiesta y confraternizar entre ellos. Suele durar hasta poco después de la "prueba del alumbrado" de la portada y el Real, siendo esto alrededor de la medianoche. El plato estrella de esta cena, como su propio nombre indica, es el pescado frito. Es costumbre servir una selección de pescados frescos, tales como las pijotas, boquerones, pescada, acedías, adobo y calamares.
Junto al pescado, se sirven como entremeses o acompañándolo distintos platos, que pueden variar según la caseta que se trate. Como norma general no faltará el jamón ibérico o de Jabugo, las chacinas ibéricas o los langostinos de Sanlúcar. Todos estos platos se acompañan con manzanilla o con cualquier otra bebida al gusto (cerveza, refresco o el "rebujito"). Sin embargo, el vino tradicional de la feria es el fino de Jerez, que por su mayor sequedad ha ido perdiendo espacio frente a la más ligera manzanilla de Sanlúcar de Barrameda.
El resto de días se puede seguir disfrutando de la amplia y variada oferta culinaria existente. Para el almuerzo es costumbre que en cada caseta se prepare un “guiso” del día. Entre ellos se podrá encontrar mucha variedad, como las papas con chocos, los garbanzos con bacalao, la caldereta y así un sin fin de platos típicos andaluces. También existe para los menos amigos del cuchareo, otras exquisiteces tales como chacinas ibéricas, gambas de Huelva, revueltos, salmorejo cordobés , pimientos fritos, montaditos y por supuesto la famosa y exquisita tortilla española o tortilla de patatas.
La hora del almuerzo en la Feria no suele existir, aunque por norma general será tarde, entre las 15.00 y las 15.30 o incluso las 16.00. El motivo de esto es que todos los días, de lunes a viernes de la semana de Feria, son laborables en la ciudad, con lo cual la gente se incorpora al Real una vez han salido de sus trabajos y han conseguido llegar hasta el recinto ferial. Los que no tienen, por distintas razones, que trabajar esos días o los visitantes foráneos, podrán empezar el aperitivo un poco antes, aun así no es normal comenzar a almorzar antes de las 13.30. Es muy habitual, sobre todo los primeros días, que grupos de amigos o compañeros de trabajo queden para comer en la Feria. Son momentos agradables de confraternización fuera de lo que es la rutina diaria, que se aprovechan para charlar, contar anécdotas o simplemente disfrutar de la compañía en un ambiente distinto al de todos los días. Con frecuencia estas comidas desembocan en una larga sobremesa que puede alargarse hasta empalmar con la noche.
La cena, si existe (ya que a veces simplemente se empieza a picar a media tarde y se continúa hasta la noche), no suele variar mucho en contenido respecto al almuerzo, si bien no se suele servir el guiso del día. Para altas horas de la noche, cuando el continuo beber empieza a provocar algunos estragos en algunos cuerpos, nada mejor que tomar un caldito del puchero. Este reconstituyente se suele servir acompañado de una ramita de hierbabuena.
Los buñuelos o los churros, llamados en Sevilla "calentitos", acompañados de chocolate caliente, son otra de las tradiciones del feriante. Una vez que emprendemos el viaje de retorno se puede parar en los puestos de buñuelos. En estos puestos, regentados por familias gitanas, se puede disfrutar de la pintoresca estampa de las mujeres ataviadas con bonitos delantales de color blanco inmaculado, friendo los buñuelos en enormes peroles de aceite hirviendo a la antigua usanza, mientras otros miembros de las familias los sirven en mesas dispuestas para su consumo. Igualmente existe la opción de llegar hasta uno de los múltiples puestos de churros que se encuentran de la Feria al centro de la ciudad y paladear el último bocado antes del merecido descanso.
Fuente: Varios
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